Reproducimos la editorial del boletín de la agrupación de docentes de la Capital "Enriqueta Lucero"
Volvemos al ruedo, volvemos a la lucha...
Nuevamente el comienzo de clases nos pone de cara a un año lleno
de desafíos y luchas. Y aunque los dirigentes sindicales no nos hayan
consultado nada sobre todo aquello que acordaron en nuestro nombre, ponemos el
cuerpo y la voz para ir por más. En un año electoral hay muchas cuestiones en
juego. Puede ser un buen momento para luchar porque la escuela pública se ponga
de pie.
Volvimos a la escuela; otra vez el encuentro y el mate en la sala
de maestros o profesores, las ganas de contarnos cosas, de aprovechar estos
días tranquilos en la escuela, donde, más tarde o más temprano, salió el tema
de los sueldos. Mientras tanto, secretarios generales de todo el país se
reunieron en CTERA para discutir lo que pedirían luego al gobierno en las
Paritarias nacionales: decidieron algunos números y nos “representaron” ante
los Ministros de Educación y Economía. ¿Nos consultaron algo?
Si bien el salario es sólo una de las variables que definen la
calidad de la escuela, durante estos días pasa a ser un tema clave, ya que en
esas paritarias se pone en juego de qué lado de la línea de pobreza nos vamos a
encontrar los docentes, y también la escuela pública. Además, se marca una
tendencia para todo el año, no sólo para nuestro sector sino para todos los
trabajadores.
Pese a que muchas escuelas nos manifestamos pidiendo un 30% de
aumento al salario en blanco (bonificable y remunerativo) ya, y expresamos
claramente el rechazo a cualquier aumento hecho en cuotas, finalmente la Mesa de
Condiciones Salariales y Laborales decidió darnos el siguiente aumento:
Un 31% de aumento de bolsillo desdoblado en dos veces. En marzo
tendremos un 18% en blanco,
es decir con sus descuentos a la jubilación y su porcentaje de antigüedad, más
un 3,5% en negro, en
concepto de “material didáctico” e “incentivo docente”. Esto lleva el salario
para el docente que recién se inicia a $2.410. En el mes de julio tendremos un
aumento irrisorio del 9,5%
de los cuales el 8% estará en las sumas en blanco y se llevará el sueldo
inicial a $2.515.
En este sentido, para pensar cómo empezamos, es importante tener
presente lo sucedido el año pasado: Los
docentes terminamos el 2010 en malas condiciones. La inflación continuó su marcha ascendente, en especial en
los productos de primera necesidad, mientras el aumento el 21,5% pautado en
cuotas no alcanzó a compensar la suba de precios, que estuvo cerca del 30%. En
la Ciudad de Buenos Aires, el hecho de haber pactado un acuerdo en cuotas
durante todo el año nos dejó atados para dar la pelea; de hecho, las medidas de
fuerza realizadas en septiembre por parte de la UTE tuvieron como principal
reclamo sólo el adelantamiento de las cuotas ya pautadas. La dirigencia del gremio mayoritario
realizó un plan de lucha tan tibio que el gobierno de Macri pudo burlarse, una
vez más, de la educación pública. Mientras tanto, ante el firme reclamo de los
estudiantes secundarios por la mejora de sus edificios, el gobierno, desbordado
y débil, se vio obligado a dar algunas respuestas.
¿Esto sucede sólo en la CABA? ¿Cuál es el contexto más
general que no permite pelear todos juntos por la escuela pública?
La Junta
Ejecutiva de CTERA sigue subordinada
al gobierno nacional, y no impulsa el debate, la organización y la lucha desde
las distintas provincias para confluir en una pelea nacional. Buscan por el
contrario acordar un monto salarial que
funcione como referencia para aislar luego los conflictos provinciales.
El gobierno nacional, los gobiernos provinciales, los
empresarios y la dirigencia de
la CGT y la CTERA poseen una preocupación común: hay que “moderar” y “contener”
todos los reclamos salariales. Hablan de “crecimiento de la economía”,
“superhabit fiscal” y “distribución de la riqueza”, pero pretenden que los
trabajadores nos conformemos con poco. Analizando los salarios del cargo de MG
de todo el país, queda claro que estamos en el límite de la pobreza, ($ 2.300
por cargo) por eso no sirve un aumento otorgado en cuotas. Y por eso debemos
empezar a ser nosotros los que impongamos, desde las escuelas, qué propuesta
salarial es la que nos devolvería lo que día a día hacemos por la escuela
pública.
En la ciudad esto se traduce en forma parecida. Las conducciones
sindicales, (en especial UTE por ser la más importante), negocian primero y
luego justifican durante el año lo que ya hicieron.
Además...
Más allá de la diferencia en los discursos, muchas cosas de
los años ’90 permanecen igual: Por un lado, un Estado Nacional que recauda
mucho dinero, pero sin escuelas a cargo, y cuyo proyecto de presupuesto prevé
destinar enormes fondos al pago de los intereses de la fraudulenta e ilegítima
deuda externa. Al mismo tiempo, el gobierno de la Ciudad crea un marco legal
para aumentar los subsidios a las escuelas privadas, en detrimento de las
públicas. Y, por otro lado, miles de niños y jóvenes sin escuelas, más allá de
la “obligatoriedad” que dicta la ley.
El cumplimiento de las leyes impuestas por gobiernos
antipopulares no garantiza la solución de los problemas de la sociedad; peor
aún, muchas veces legitima los mecanismos de explotación, vaciamiento,
desfinanciación, etcétera. Un claro ejemplo de esto es la Ley de Financiamiento
Educativo que, a pesar de que se cumple, el sistema educativo sigue atravesado
las mismas penurias y ya nadie habla de nuevos incrementos en la inversión.
¿Cómo romper esto?
La respuesta será larga y abre muchos debates, pero una punta
importante es la organización por escuela y por distrito. Imponer de diversas
maneras lo que se ha decidido, participando con delegados genuinos en los
plenarios y armando cuerpos de delegados por distrito. Hay numerosas
experiencias de este tipo que nos muestran que es posible y necesario incidir e imponer decisiones
desde abajo.
Los trabajadores de la Educación necesitamos autonomía e
independencia de los gobiernos. Por eso también entendemos que el hecho de que
en la CTA de la ciudad hayan perdido los mismos que conducen la UTE (lista 10)
y haya ganado una lista independiente de los gobiernos (lista 1), nos puede
abrir posibilidades de coordinación, con mayor autonomía, con otros
trabajadores.
Rechazamos que la negociación se haga en términos de “pisos” que
terminan actuando como “techos”. O en todo caso, necesitamos pisos más altos. Necesitamos
debatir toda la composición
de nuestro salario integrado hoy por distintas cifras “en negro” o “en gris”
que afectan seriamente la carrera docente, nuestros bolsillos y los sistemas
previsionales.
Por eso, como reclamos paritarios, exigimos:
· Aumento de salarios destinados al sueldo básico, retroactivo al 1
de enero de 2011 en la perspectiva de lograr un salario equivalente a la
canasta familiar.
· Pase al básico del Incentivo Docente (con los gastos mayores a
cargo de Nación.
· No al impuesto a las ganancias sobre los salarios. El salario no
es ganancia.
· Plan de inversión para arreglo y mantenimiento de escuelas con
participación y control de la comunidad educativa.
· No a la tercerización de la infraestructura.
· Creación de cargos y construcción de escuelas y jardines de
infantes en la zona sur de la Ciudad, para que ni un solo chico se quede sin
matrícula y se abandone el penoso traslado de los chicos de esa zona a escuelas
de otros barrios.
· Que no se cierre un solo grado de la escuela pública. Basta de
subsidios a las escuelas privadas. Que se destinen esos fondos a todos los
reclamos planteados. Estímulo a la matrícula de la escuela pública.
· Aumento de las partidas para comedores escolares; que nuestros
alumnos reciban la alimentación que se merecen.
· Formación docente gratuita y en servicio.
· Equipos psicopedagógicos en cada escuela.
· No a la “evaluación docente” atada al “salario por mérito”, como
buscan imponer Bullrich y Macri.
· Aumento del Presupuesto Educativo. Fondos para Educación y Salud y
no para el pago de la deuda externa.