SMATA Córdoba |
A 40 años de la recuperación del SMATA Córdoba compartimos a continuación de los "Documentos aprobados por el PCR a partir de su 2º Congreso, abril de 1972, hasta su 3º Congreso, marzo de 1974": La experiencia desarrollada en el SMATA de Córdoba.
Desde 1972 la
dirección clasista y las fuerzas partidarias se han desarrollado en profundidad
en las empresas del automotor. Es necesario hacer un balance de ello por cuanto
este proceso, el más avanzado, resume y sintetiza el conjunto de las experiencias
del Partido en el movimiento obrero en este período, como el caso de la
desarrollada en un hospital de La
Plata , en un frigorífico del interior del país, en Sanidad y
en un importante banco de la
Capital Federal , y debe servir de ejemplo al conjunto de
nuestras organizaciones y militantes.
Sus contenidos fundamentales, en nuestra opinión, son:
1) El proceso desarrollado en Córdoba, en el SMATA, es fruto de una especial concentración de esfuerzos partidarios en la empresa. En el actual período de la construcción de nuestro Partido concentrar esfuerzos o no en el movimiento obrero y en la gran empresa, define si realmente se ha asimilado y se practica nuestra línea de hegemonía proletaria, nuestra línea acerca del camino y eslabón fundamental de acumulación insurreccional de fuerzas. Define si se ha asimilado y se practica la línea de encabezar el auge de las luchas obreras y populares. Requiere determinar con toda nitidez un centro de concentración de fuerzas y no varios. En este período esta cuestión es clave para penetrar en los centros de decisión política del proletariado, en las grandes concentraciones industriales, y poder así tener real incidencia en la política nacional y regional. Siempre hay una empresa desde la cual el proletariado puede incidir sobre las masas obreras y populares e ir definiendo la hegemonía en la lucha contra sus enemigos. Esa es una de las grandes enseñanzas de la experiencia del Partido de Córdoba.
Concentrar esfuerzos significa impulsar nuestra línea batiendo todas las trabas políticas que aún nos llevan, en algunos organismos, a “observar” al movimiento obrero y no a incidir políticamente en él. A ubicarnos desde “arriba del caballo” y no arraigar profundamente en su seno.
Significa batir la errónea línea del agitativismo putchista y el doctrinarismo trotskizante, que parte de educar a las masas para hacer la revolución y no de encabezar la lucha política de las mismas hacia la revolución. Estas ideas políticas son dos caras de una misma moneda. Expresan la desconfianza en nuestra línea política y en las masas. Expresan la impotencia revolucionarista pequeño burguesa para dirigir al proletariado. Por lo general, quienes la sostienen, terminan aislándose de las masas, lo que a su vez refuerza su tendencia elitista a pensar, hablar y accionar sólo en función de minorías. De allí entonces que el desarrollo de nuestra línea en las empresas del SMATA se realizara siempre en lucha tanto contra los embates de los “fiscales de izquierda” como contra quienes en nombre de la “conciencia” analizaron siempre desde fuera el proceso de las luchas, los éxitos y los errores cometidos.
Por todo ello, concentrar esfuerzos, no es en primer lugar un problema orgánico, de disposición de fuerzas, sino ante todo un problema político e ideológico. Implica realizar un trabajo persistente, que desdeñe el éxito fácil y superficial.
Crecer política y orgánicamente en las empresas no se logra ni con cursos pedagógicos, ni con “tres consignas”. Requiere un serio trabajo político, realizado minuciosamente y en profundidad. Un trabajo tenaz que deje de lado la inestabilidad y la inconsecuencia propias de la pequeña burguesía y no de un partido obrero y revolucionario.
2) Se pudo avanzar, y sólo se pudo avanzar, porque, desde Perdriel en adelante, se impulsó la línea de encabezar y unir a las masas a partir de sus reivindicaciones económicas, sociales y políticas más sentidas, en la lucha contra el enemigo principal. Porque se supo dar una política que diferenció la contradicción fundamental de las contradicciones secundarias. Resolver con justeza esta cuestión, en general y en particular, en cada situación y en cada lucha, ha sido el punto principal que ha permitido avanzar.
Por el contrario son muchas las experiencias en que no hemos seguido ese camino. En nombre de la “diferenciación” en vez de unir a las masas contra el enemigo principal y a partir de allí y en el proceso, disputar la hegemonía, poníamos el centro en criticar y diferenciarnos de todo el mundo por igual.
De tal forma, en vez de aislar al enemigo, nos aislábamos nosotros y las masas las dirigían otros. No es extraño entonces que en muchos lugares tuviésemos fama de que nada nos conformaba salvo nuestras propias palabras; y que, en algunas empresas, nos haya sido imposible construir los instrumentos de masas unitarios, necesarios para el combate. Esta cuestión es la que explica también por qué no avanzamos (por ejemplo en algunas zonas del Gran Bs. As.) en la construcción de agrupaciones 1° de Mayo con vida real propia y de frentes únicos con peronistas, obreros combativos, etc. Y también por qué en nombre de la hegemonía se han rechazado alianzas necesarias, sin comprender que la hegemonía implica hegemonizar algo, que con dicha concepción no se construye.
La experiencia cordobesa demostró prácticamente la fuerza y la necesidad de la alianza obrero-popular, y la necesidad de avanzar en la articulación de un frente único desde abajo a arriba, para batir al enemigo común. Al mismo tiempo demostró que el proletariado no hegemonizará los consejos populares, tal como ocurrió en Gral. Roca, donde la hegemonía la tuvo la burguesía, si no garantiza principalmente una línea revolucionaria al frente de los cuerpos de delegados, comisiones internas de las empresas fundamentales y sindicatos.
Unir a las masas no significa ir a la cola de las masas. Haber sabido nadar en contra de la corriente cuando fue necesario también fue una valiosa experiencia en este proceso. A partir de ubicar como centro la lucha por el poder y el desarrollo en profundidad de la corriente clasista y revolucionaria, de la corriente comunista revolucionaria en el seno de los trabajadores, y no los edificios y sillones sindicales, nuestros camaradas se han esforzado por dar batalla ideológica y política frente al nacionalismo burgués, frente al reformismo y al revisionismo.
Miles de obreros que apoyan la actual dirección clasista han votado en el plano nacional por Perón en las últimas elecciones. Es esta una contradicción que no hay que negar sino resolver en una dirección revolucionaria a partir de la lucha política, y de la lucha ideológica.
Tal situación será común en las empresas en que se desarrolle nuestra fuerza. Y avanzará o no de acuerdo con el papel que desarrollen nuestras células, a la línea de unidad y lucha que nos tracemos para millares de obreros que viven esa contradicción que, sin duda alguna, se agudizará en el futuro.
3) Se ha practicado una línea de masas y de basarse en las propias fuerzas. En Perdriel, en la huelga de los 45 días, en la lucha por el convenio a fines de 1972, en el enfrentamiento a Kloosterman, en ocasión de los ataques de bandas armadas, durante las luchas desarrolladas en FIAT, en las numerosas huelgas de todo el proletariado cordobés, etc., se han impulsado la discusión y las asambleas, el funcionamiento de las comisiones internas y cuerpos de delegados. Se ha impulsado en ellos la discusión acerca de los problemas políticos más importantes de la provincia y del país. En todo ello jugó un papel decisivo la propaganda de masas. Los obreros han discutido la solidaridad con el Mendozazo, han escuchado a representantes de las ligas agrarias del noroeste y han participado en manifestaciones y actos de solidaridad con el pueblo chileno, en ocasión del golpe proyanqui, fascista, que volteó al gobierno de la U.P.
Empezando por Salamanca, los dirigentes clasistas han combinado sus tareas directivas con el trabajo productivo en las plantas, demostrando con la política del ejemplo un nuevo estilo de dirección y su vinculación con las masas.
Practicar esta línea implica partir de lo que las masas son en concreto, de sus problemas, sentimientos, estados de ánimo, del conocimiento histórico de los procesos y sus características y no de lo que desearíamos que fueran.
O sea, desechar el idealismo y el subjetivismo que nos lleva a ubicarnos como maestros ciruela de las masas o, en el mejor de los casos, en una situación en la que la masa nos respeta pero no nos quiere, no nos siente parte de ella, su vanguardia efectiva en la lucha.
Significa comprender cuál es la fuerza motriz de la revolución y que la democracia de masas es expresión e instrumento indispensable para desatar las inagotables energías revolucionarias de la clase obrera y el pueblo, para elevar su conciencia revolucionaria y su organización para el combate. De allí que sea éste un punto de diferenciación con quienes “usan” a las masas consecuentes con una línea de hegemonía burguesa.
Esta política impone no sólo agitar sino convencer de la justeza de nuestra línea, y avanzar a través de la propia experiencia de las masas en lucha. Saber escuchar y aprender de sus experiencias. Implica eliminar de raíz la teoría de ocultar los errores y despreciar el método de la crítica y la autocrítica. Por cuanto es típica de quienes no avanzan con la masa, con sus aciertos y errores. Debemos eliminar las posturas sabihondos, de quienes siempre “lo saben todo” y nunca se equivocan; el “yo ya lo había dicho” y la actitud de descargar en los demás errores que son propios y comunes, sobre todo en momentos difíciles.
4) En cuarto lugar, se ha combatido el reformismo pacifista, el terrorismo urbano, y se ha luchado permanentemente por una línea de lucha armada de masas. El proletariado mecánico, desde el Cordobazo y posteriormente en Perdriel, en Fiat y últimamente frente a las agresiones de las bandas armadas fascistas, ha protagonizado esta línea política. Este ha sido uno de sus rasgos distintivos, si bien la organización permanente de autodefensa armada de masas, tomada a partir del cuerpo de delegados y las comisiones internas, está aún poco desarrollada. Esto constituye una debilidad. Sobre todo en las actuales circunstancias, de gran inestabilidad política y en las que cada clase intenta definir a su favor la situación creada. En las que la responsabilidad del proletariado se acrecienta.
5) Nuestro Partido se ha desarrollado como partido de vanguardia. La clave ha sido el desarrollo de una línea política justa. Ha residido en la defensa del marxismo-leninismo-maoísmo frente al revisionismo en las masas como aconteció, por ejemplo, el 29 de mayo de 1973 en el acto central realizado en Córdoba, y en el que participara Dorticós; en él se defendió a
En Córdoba, y particularmente en el proletariado mecánico, nuestro Partido se ha ido transformando en concreto, como planteaba Lenin, en la fusión del socialismo científico con el movimiento obrero, con una poderosa corriente que desde el clasismo ha ido avanzando hacia posiciones comunistas revolucionarias, hacia nuestro Partido. El Partido en mecánicos se ha ido transformando así en la expresión de lo más consciente del proletariado mecánico, e instrumento de éste en la lucha revolucionaria. En su Estado Mayor. En su vanguardia efectiva. En la forma superior de organización de sus fuerzas, estrechamente vinculado y arraigado en las masas.
Claro que ello no sin lucha frente a concepciones sindicalistas y reformistas. Ellas son las que han trabado un mayor desarrollo de las células de Partido, empresa por empresa, sección por sección.
En el proceso se han ido forjando, comprobando y desarrollando nuevos cuadros de Partido. Decidida la política, son los cuadros quienes lo deciden todo. Desarrollar una ajustada política de cuadros se ha transformado hoy en una cuestión decisiva para seguir avanzando. Por ello, la educación de los mismos, su correcta ubicación, la ayuda y el control, son tareas de gran importancia a resolver.