Reproducimos el comunicado del Coordinador de la Corriente Clasista y Combativa de Formosa
La colonia “La Primavera” se encuentra a 65 km al oeste de Clorinda. Está emplazada sobre 5.700 hectáreas. La ruta nacional 86 la divide en dos: al norte con 2.200 Has. y al sur las restantes 3.500. Desde hace, al menos, ocho años y por distintos medios se vienen desarrollando altercados de distinto nivel, específicamente, en la zona lindera con la ruta nacional 86. La primera voz de alerta la dio el ICA (Instituto de Comunidades Aborígenes), cuando hizo conocer un mapa de la colonia sin la zona norte (2.200Has.) justificando ese hecho con una intención del gobierno, en conjunto con Parques Nacionales quienes habrían solicitado una ampliación del Parque Nacional Pilcomayo. Cuando algunos habitantes de la colonia pidieron explicaciones a las autoridades del ICA, obtuvieron por respuesta que “eran órdenes de arriba, que ya estaba todo cocinado y que los aborígenes iban a estar mejor”. De este curioso hecho se desprende la represión de los guardaparques hacia las mujeres qom que recolectaban algarroba en ese sector y lo mismo hacia los hombres mariscadores (cazadores). Unas y otros eran expulsados sin mayores explicaciones. En esa oportunidad, aún lúcido, intervino el cacique Sanabria, se opuso y fue “invitado” por el gobierno a que firmara un acta que nunca se hizo pública.
En esta oportunidad, se comenzaron a organizar en defensa de la tierra. El primer paso, fue conseguir los planos y escrituras (existen dos, una de cada sector). Este hecho despejó muchas dudas, el cacique no se acordaba de lo que se había firmado en aquella oportunidad.
El gobierno se planteó construir en un terreno de 600 has. Sí, nada menos que 600 has para construir una “universidad”, que no sería más, a lo sumo, un instituto terciario. Estas hectáreas son la prueba piloto: si les va bien, atropellarían las 1.600 restantes del sector norte. Y el plan se concretaría avanzando hacia las 3500 has restantes, con el anzuelo de construir casas de material para 100 ó 150 familias con un pequeño lote destinado a granja para cada familia. Los originarios avizoraron el peligro, aunque los espejitos de colores del gobierno confundieron a algunos muy necesitados.
Hace más de un año fue citado Felix Díaz para que corrobore que las 600 Has. no estaban dentro de la colonia. Firmaron un acta. Pero, ¿qué paso? Cuando comenzaron a levantar el obrador de la futura construcción, talaron e instalaron el mismo, en otro lugar, ahora sí, dentro de la colonia.
Entonces, se dieron las promesas escaramuzas, se pidió que pararan de levantar el obrador. Esto fue tomado como una agresión. El gobierno envió un destacamento de policías que están establecidos desde ese momento (año y medio). A cada policía le pagan un plus de $ 700, y como tuvieron muy pocos voluntarios, lo hicieron, compulsivamente.
Un primer momento de tensión se dio cuando entraron a derribar árboles frutales y se acercaban, peligrosamente, a las casas linderas. Ante cualquier problema, intervenía la policía. Y cuando recibían visitas, los policías interrogaban a los extraños, pedían sus documentos y los filmaban de lejos. A medida que pasaban los días, aumentaba la tensión. Y como no había respuestas a que se detuviera el obrador, los aborígenes en asamblea, decidieron cortar la ruta, con todos los atenuantes posibles. Se permitió circular a trabajadores, ambulancias y se levantaba el corte en las horas pico de circulación. Se cortó el 27 de julio. Se soportaron ataques desde camionetas 4x4 con gente armada, atropellos también con vehículos de gran porte y velocidad, se aguantaron todo tipo de amenazas y provocaciones, hasta que cansados de tantas falta de respuestas, tantos oprobios y tantos peligros, decidieron cortar totalmente, hasta la jornada del día 23.
Esa mañana del 23 de noviembre un grupo de policías respaldados a pocos metros por el destacamento estable de100 policías, se presentaron a intimar el desalojo a nombre de un juez y sin intimación firmada, sólo verbal. Se produce una discusión, los originarios se niegan a levantar el corte sin las respuestas solicitadas. Los policías los prepean, los empujan, los provocan y cuando consiguen sacarlos de las casillas, salen corriendo y a dos se les cae o arrojan sus armas. Las mismas desaparecen para devolverlas al juez en su momento. Tres horas después, atropella una patota de civiles fuertemente armados listos a imponer “su” ley. Al mando de este grupo de 20 individuos se encontraba Celía con familiares y amigos, algunos como su yerno recién llegado de Bs. As. Sin mediar palabra, comienzan a tirar a matar, no al aire, como declarara a una radio local Jorge Celía.
La policía completó esta “fuerza de tareas” con 200 efectivos armados como para una guerra. Policías y civiles no mezquinaron balas. Cumplían órdenes. Pero,¿quién dio las órdenes? Hasta hoy, 48 horas después, aún nadie salió, ni dio la cara. Nadie dijo: “Yo fui”, ni el Jefe de policía Escobar, ni el ministro de Gobierno González, ni el ministro de Secretaría General Ferreira, ni tampoco el Sr. gobernador Insfrán. Hoy, todos se lavan las manos (como Pilatos).
Hoy, dos muertos, uno el compañero Roberto López de la CCC, el otro un policía de apellido Falcón. A Roberto, lo mataron entre varios, uno le da un puntazo, otros lo fusilan de espalda de tres balazos. Otro de los compañeros originarios, Sixto Gómez, se debate entre la vida y la muerte, tiene el cráneo destrozado. Una mujer anciana agoniza. Hay 4 heridos más y varios desaparecidos. Hasta hoy, no conocemos el paradero de Andrés Caballero ni el de Andrés Yayclé. De estos dos últimos, no sabemos nada. Nos dicen que no están presos (eran 28) no sabemos si están heridos o si están escondidos para evitar las razias y cazas de brujas del destacamento de Insfrán. Feliz Díaz, sabemos que esta libre y minuciosamente buscado por la policía. Los matones de Celía todos en libertad y haciendo alarde de sus fechorías.
Hoy se juntaron Gildo Insfrán y la presidenta Kirchner. Se reían mientras inauguraban una ampliación de corriente eléctrica. Se reían como las hienas, van a tener más luz. Nosotros también, vamos a luchar duro para iluminar lo oscuro de estos malandras y vamos a luchar sin descanso para que se castigue a los culpables, vamos a saber quién dio las órdenes de matar... está entre pocos.
Miguel Ángel Ríos
La colonia “La Primavera” se encuentra a 65 km al oeste de Clorinda. Está emplazada sobre 5.700 hectáreas. La ruta nacional 86 la divide en dos: al norte con 2.200 Has. y al sur las restantes 3.500. Desde hace, al menos, ocho años y por distintos medios se vienen desarrollando altercados de distinto nivel, específicamente, en la zona lindera con la ruta nacional 86. La primera voz de alerta la dio el ICA (Instituto de Comunidades Aborígenes), cuando hizo conocer un mapa de la colonia sin la zona norte (2.200Has.) justificando ese hecho con una intención del gobierno, en conjunto con Parques Nacionales quienes habrían solicitado una ampliación del Parque Nacional Pilcomayo. Cuando algunos habitantes de la colonia pidieron explicaciones a las autoridades del ICA, obtuvieron por respuesta que “eran órdenes de arriba, que ya estaba todo cocinado y que los aborígenes iban a estar mejor”. De este curioso hecho se desprende la represión de los guardaparques hacia las mujeres qom que recolectaban algarroba en ese sector y lo mismo hacia los hombres mariscadores (cazadores). Unas y otros eran expulsados sin mayores explicaciones. En esa oportunidad, aún lúcido, intervino el cacique Sanabria, se opuso y fue “invitado” por el gobierno a que firmara un acta que nunca se hizo pública.
En esta oportunidad, se comenzaron a organizar en defensa de la tierra. El primer paso, fue conseguir los planos y escrituras (existen dos, una de cada sector). Este hecho despejó muchas dudas, el cacique no se acordaba de lo que se había firmado en aquella oportunidad.
El gobierno se planteó construir en un terreno de 600 has. Sí, nada menos que 600 has para construir una “universidad”, que no sería más, a lo sumo, un instituto terciario. Estas hectáreas son la prueba piloto: si les va bien, atropellarían las 1.600 restantes del sector norte. Y el plan se concretaría avanzando hacia las 3500 has restantes, con el anzuelo de construir casas de material para 100 ó 150 familias con un pequeño lote destinado a granja para cada familia. Los originarios avizoraron el peligro, aunque los espejitos de colores del gobierno confundieron a algunos muy necesitados.
Hace más de un año fue citado Felix Díaz para que corrobore que las 600 Has. no estaban dentro de la colonia. Firmaron un acta. Pero, ¿qué paso? Cuando comenzaron a levantar el obrador de la futura construcción, talaron e instalaron el mismo, en otro lugar, ahora sí, dentro de la colonia.
Entonces, se dieron las promesas escaramuzas, se pidió que pararan de levantar el obrador. Esto fue tomado como una agresión. El gobierno envió un destacamento de policías que están establecidos desde ese momento (año y medio). A cada policía le pagan un plus de $ 700, y como tuvieron muy pocos voluntarios, lo hicieron, compulsivamente.
Un primer momento de tensión se dio cuando entraron a derribar árboles frutales y se acercaban, peligrosamente, a las casas linderas. Ante cualquier problema, intervenía la policía. Y cuando recibían visitas, los policías interrogaban a los extraños, pedían sus documentos y los filmaban de lejos. A medida que pasaban los días, aumentaba la tensión. Y como no había respuestas a que se detuviera el obrador, los aborígenes en asamblea, decidieron cortar la ruta, con todos los atenuantes posibles. Se permitió circular a trabajadores, ambulancias y se levantaba el corte en las horas pico de circulación. Se cortó el 27 de julio. Se soportaron ataques desde camionetas 4x4 con gente armada, atropellos también con vehículos de gran porte y velocidad, se aguantaron todo tipo de amenazas y provocaciones, hasta que cansados de tantas falta de respuestas, tantos oprobios y tantos peligros, decidieron cortar totalmente, hasta la jornada del día 23.
Esa mañana del 23 de noviembre un grupo de policías respaldados a pocos metros por el destacamento estable de100 policías, se presentaron a intimar el desalojo a nombre de un juez y sin intimación firmada, sólo verbal. Se produce una discusión, los originarios se niegan a levantar el corte sin las respuestas solicitadas. Los policías los prepean, los empujan, los provocan y cuando consiguen sacarlos de las casillas, salen corriendo y a dos se les cae o arrojan sus armas. Las mismas desaparecen para devolverlas al juez en su momento. Tres horas después, atropella una patota de civiles fuertemente armados listos a imponer “su” ley. Al mando de este grupo de 20 individuos se encontraba Celía con familiares y amigos, algunos como su yerno recién llegado de Bs. As. Sin mediar palabra, comienzan a tirar a matar, no al aire, como declarara a una radio local Jorge Celía.
La policía completó esta “fuerza de tareas” con 200 efectivos armados como para una guerra. Policías y civiles no mezquinaron balas. Cumplían órdenes. Pero,¿quién dio las órdenes? Hasta hoy, 48 horas después, aún nadie salió, ni dio la cara. Nadie dijo: “Yo fui”, ni el Jefe de policía Escobar, ni el ministro de Gobierno González, ni el ministro de Secretaría General Ferreira, ni tampoco el Sr. gobernador Insfrán. Hoy, todos se lavan las manos (como Pilatos).
Hoy, dos muertos, uno el compañero Roberto López de la CCC, el otro un policía de apellido Falcón. A Roberto, lo mataron entre varios, uno le da un puntazo, otros lo fusilan de espalda de tres balazos. Otro de los compañeros originarios, Sixto Gómez, se debate entre la vida y la muerte, tiene el cráneo destrozado. Una mujer anciana agoniza. Hay 4 heridos más y varios desaparecidos. Hasta hoy, no conocemos el paradero de Andrés Caballero ni el de Andrés Yayclé. De estos dos últimos, no sabemos nada. Nos dicen que no están presos (eran 28) no sabemos si están heridos o si están escondidos para evitar las razias y cazas de brujas del destacamento de Insfrán. Feliz Díaz, sabemos que esta libre y minuciosamente buscado por la policía. Los matones de Celía todos en libertad y haciendo alarde de sus fechorías.
Hoy se juntaron Gildo Insfrán y la presidenta Kirchner. Se reían mientras inauguraban una ampliación de corriente eléctrica. Se reían como las hienas, van a tener más luz. Nosotros también, vamos a luchar duro para iluminar lo oscuro de estos malandras y vamos a luchar sin descanso para que se castigue a los culpables, vamos a saber quién dio las órdenes de matar... está entre pocos.
Miguel Ángel Ríos